23 de abril, quinientos años después

Decía el historiador Sánchez-Albornoz que hay tres desembarcos que cambiaron la historia de España. El primero, el de Tariq y Muza (año 711) que marca el inicio de la conquista musulmana de la península ibérica; el segundo, el de América (1492); y el tercero, el de Carlos I en el puerto asturiano de Tazones (1517), al llegar por primera vez a España. 

El 23 de abril se celebra la fiesta de Castilla y León, que recuerda la sublevación de los comuneros contra el rey Carlos I, y su derrota en 1521.

El movimiento comunero se asocia hoy con Castilla y León. Sin embargo, se trata de un acontecimiento importante para la historia de España, ya que tomaron parte en él otras muchas ciudades y comarcas que no están incluidas en las actuales fronteras de la Comunidad Autónoma.

Dentro de su gran complejidad, las causas de la revuelta comunera presentan un triple carácter político, económico y social. Desde la óptica política, llega al trono un rey excesivamente joven, considerado en ese momento extranjero. Carlos I había nacido en 1500 en Gante, hijo de Juana la Loca y de Felipe el Hermoso. En Flandes fue educado hasta los 17 años. Cuando desembarcó en Asturias, apenas sabía balbucear algunas palabras castellanas, y apareció rodeado de cortesanos flamencos y borgoñones que parecían ávidos de cargos y riquezas. Para empeorar la situación, el rey Carlos I fue nombrado emperador, un cargo que hacía presagiar largas ausencias del monarca, y la posible subordinación de los intereses castellanos a los del Imperio.

Los problemas sociales son más complejos de explicar. Cada grupo de los que componían la sociedad castellana del siglo XVI aprovechó el clima de rechazo al joven monarca para hacer valer sus reivindicaciones particulares. Hubo además una causa económica, la exportación de lana y los impuestos que se impusieron en Castilla, que beneficiaban a los productores flamencos. Este hecho agravó la crisis de las ciudades castellanas y predispuso rápidamente hacia un levantamiento que no fue apoyado en su gran mayoría por los nobles, sino por la clase media, los hidalgos y los mercaderes.

La Junta de Castilla y León, en 1986, decidió fijar por ley la fecha del 23 de abril como el “Día de la Comunidad”, en vista del carácter festivo que la conmemoración de Villalar había ido adquiriendo.

El movimiento comunero se localizó en las zonas urbanas castellanas. El levantamiento comenzó en Toledo y tuvo su desenlace en la localidad vallisoletana de Villalar. El escenario central completo comprendía una extensa área: de Murcia a León, de Plasencia a Cuenca y Soria. El norte del reino, poco urbanizado, y el sur, dominado por la alta nobleza, apenas participaron.

Los representantes de las ciudades sublevadas se unieron en Ávila, donde formaron la “Junta Santa”, y desde allí enviaron a Carlos I, que había logrado atraerse a muchos nobles, un memorial de sus quejas. Tras un año de hostilidades sin un claro vencedor, el ejército imperial fue arrinconando a las huestes comuneras, formadas por los menestrales (artesanos) de las ciudades y los labriegos del campo, hasta que el 23 de abril de 1521, estas fueron derrotadas en la batalla final de Villalar.

La batalla se saldó finalmente con la muerte de 500 a 1.000 soldados comuneros y la captura de otros 6.000 prisioneros. Entre estos, fueron apresados con vida los principales capitanes que habían promovido la sublevación: Juan de Padilla, toledano; Juan Bravo, segoviano, y Francisco Maldonado, salmantino. Un juicio sumario al día siguiente, después de haberse declarado ellos mismos responsables de sus actos, supuso su condena a muerte. Los soldados del ejército comunero que lograron huir, lo hicieron en su mayoría a Toro, y una parte del maltrecho ejército pasó a Portugal por la frontera de Fermoselle.

La ejecución de los comuneros de Castilla

“Los Comuneros, Padilla, Bravo y Maldonado en el Patíbulo” (1860) es una obra del pintor romanticista Antonio Gisbert Pérez. Las revueltas comuneras en Castilla no habían sido un tema demasiado popular entre los artistas hasta la llegada de este cuadro de Gisbert, un óleo sobre lienzo pintado para ser presentado a la Exposición Nacional de Bellas Artes de aquel año. Esta obra fue adquirida por el Estado español por la cantidad de 80.000 reales. Se expone permanentemente en el Palacio de las Cortes, sede del Congreso de los Diputados, en Madrid.

En 2021, en coincidencia con el V centenario, la obra de Antonio Gisbert se exhibe en la sede de las Cortes de Castilla y León. Con unas dimensiones de 2,55 x 3,65 metros, será una de las piezas protagonistas de los actos conmemorativos organizados por la Fundación de Castilla y León bajo el título “El tiempo de la libertad. Comuneros V Centenario”.

La obra representa el momento del ajusticiamiento de Padilla, Bravo y Maldonado, cabecillas de los comuneros durante la Guerra de las Comunidades de Castilla, enfrentadas al rey Carlos I. La ejecución tuvo lugar el 24 de abril de 1521, pocas horas después de la batalla de Villalar. El patíbulo fue situado en la misma plaza mayor de la villa castellana lugar donde se encuentra la iglesia y cuya silueta sirve de fondo a la composición.

IMAGEN: “Los Comuneros, Padilla, Bravo y Maldonado en el Patíbulo” (1860), óleo sobre lienzo obra de Antonio Gisbert Pérez (Wikimedia).

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