Desde el 23 de abril de 2010, Naciones Unidas celebra el Día de la Lengua Española. Según el Instituto Cervantes, institución pública creada por España en 1991 para promover universalmente la enseñanza, el estudio y el uso del español, más de 585 millones de personas, el 7,5% de la población mundial, hablan español.
El español es la segunda lengua materna por número de hablantes, 489 millones. México es el país con mayor número de hispanohablantes, seguido de Colombia y España.
Se augura una evolución positiva para la lengua española, y se espera que sea el idioma con mayor crecimiento. Según el último anuario «El español en el mundo» (2020), los hablantes de español han aumentado un 30% en la última década, y la cifra de los extranjeros que lo estudian ha crecido un 60%, superando por primera vez la cota de 22 millones de estudiantes de español en todo el mundo.
De la buena salud del español da cuenta que está muy presente en las redes sociales, donde es la segunda lengua más utilizada. Es, además, el tercer idioma (8%) más usado en Internet, tras el inglés (26%) y el chino (19%).
La Ñ, una letra con carácter
La letra eñe es la única letra del alfabeto español que se originó en España. La eñe no es solo una letra, es también una representación de la herencia e identidad hispana. Preside desde 1991 el logotipo del Instituto Cervantes, figuró en la identidad gráfica de la presidencia española de la UE en 1995, y Google le ha dedicado su “doodle” del día 23 de abril en 2021, diseño del portugués Min.
La historia de la eñe comenzó en el siglo XII. Mientras copiaban a mano manuscritos latinos, los monjes medievales ahorraban espacio y pergamino acortando las palabras con letras dobles: nn, gn, ny, … Así, cuando transcribían textos, combinaban las dos figuras en una, dibujando en la parte superior una pequeña ‘n’, un símbolo hoy conocido como virgulilla o tilde, para indicar el cambio.
La eñe no entró en el diccionario de la Real Academia Española hasta 1803. Pero el origen de esta letra, genuinamente española, se remonta casi 1.000 años atrás.
Así, utilizaban la letra ene con su virgulilla cuando en latín aparecían palabras con doble ene, como en annus (año) o donna (mujer, que derivó en doña). También abreviaban siempre que aparecían juntas las letras gn, como por ejemplo en lignum (liñum) o agnus (añus, que significa cordero). El último conjunto que provocó la aparición de la eñe fue ni o ny; es el caso de vinia que derivó en viña o Hispania que devino en España.
Durante un tiempo se utilizaban todas las formas escritas de reproducir el sonido: nn, gn, ny o ñ. En el siglo XIII, Alfonso X el Sabio, preocupado por establecer algunas directrices a la nueva lengua romance, estableció el uso preferente de la letra “ñ” para el sonido al que representa. En el siglo XIV se extendió su uso hasta que, a finales del siglo XV, Antonio de Nebrija la incluyó en la primera gramática del castellano (1492).
El sonido “eñe” se mantiene en algunos idiomas con doble consonante, como la “gn” del italiano (Spagna) o del francés (Espagne), y la “ny” del catalán (Espanya), por lo que se encuentran más cerca del original.
Hoy en día, la letra eñe aparece en más de 17.700 palabras en español, marcando un papel fundamental dentro de la lengua y la cultura hispana.
La letra eñe fue incorporada oficialmente al diccionario de la Real Academia Española en 1803. Casi doscientos años después, España aprobó una legislación (1991) que protegía la inclusión de la eñe en los teclados de los ordenadores por su insuprimible significado cultural. Hoy, no es posible en España vender al consumidor final teclados de ordenador sin la más peculiar de sus letras. Y otra batalla más ganada por la eñe: Internet permite crear un dominio web utilizando la letra “ñ”, aunque, en un contexto de creciente globalización, no es recomendable por la inexistencia de esta letra en otros idiomas y teclados, prefiriéndose como alternativa la letra “n”.
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