No son ciegos, “están ciegos”. Con estas palabras José Saramago da forma a una de las metáforas argumentativas más inquietantes de su obra. En Ensayo sobre la ceguera nos habla de esa incapacidad del ser humano por reconocer al prójimo. Nos convierte, de pronto, en seres infames, en criaturas que necesitan de la guía de otros para comprender y sobrevivir.
Esta obra es una profunda reflexión sobre el alma humana. Es una novela distópica, ante la cual nadie queda indiferente. El ser humano queda suspendido en una especie de ceguera blanca que se extiende como una infección. El gobierno decide entonces poner en cuarentena a los enfermos sometiéndolos a unas duras normas.
De entre ese grupo de personas que protagonizan la narración, solo una puede ver: una mujer que decide acompañar a su marido en ese encierro siendo, a su vez, los ojos y esa mirada servicial que intenta ayudar al resto. No obstante, todo el escenario es opresivo. No hay higiene, los soldados no dudan en disparar cuando alguien se acerca en exceso y la descomposición empieza a apoderarse del lugar. Todo adquiere, de pronto, el tinte de una verdadera dictadura. Reina el caos y la esperanza se consume lentamente.
Una de las obras más destacables de José Saramago es “Ensayo sobre la ceguera”, un trabajo que nos invita a una profunda reflexión sobre el alma humana y aquello que ante nuestros ojos es ya invisible.
Valeria Sabater (lamenteesmaravillosa.com)
Estamos, por tanto, ante una obra en la que se nos muestra, por encima de todo, la ceguera del alma humana. Esa incapacidad de reconocernos entre nosotros que evoca el egoísmo, la pérdida de la razón, el conflicto y el miedo. Un escenario donde José Saramago nos invita a una valiente reflexión moral.
Ensayo sobre la ceguera es un libro, sin duda, impactante, que se alza como una de las grandes obras de la literatura contemporánea, a la cual siempre vale la pena volver (o descubrir por primera vez).
El largo camino hacia el premio Nobel
José de Sousa Saramago nació el 16 de noviembre de 1922 en Golegã, Alentejo. Sus padres, una pareja de raíces humildes que se ganaban la vida con su trabajo en la tierra, decidieron emigrar a Lisboa en busca de una mejora económica.
Establecidos en la capital portuguesa disfrutaron de cierta estabilidad, que permitió a su hijo cursar estudios básicos. Entró en una escuela industrial durante unos años y trabajó en una herrería mecánica. Más allá de esa actividad profesional con la que ganarse la vida, José Saramago llevaba otra vida: la de erudito. No dejó de leer, de aprender por su cuenta y, sobre todo, de escribir. Así, con 25 años publica Terra do Pecado. Y traduce al portugués las obras de Hegel y Tolstoi.
Al mismo tiempo, se esfuerza por dar una adecuada madurez a su estilo, para tener alguna oportunidad de alcanzar el éxito con sus escritos. A pesar de su talento, ningún editor se atreve a sacar al mercado sus trabajos. Tras varios rechazos, en 1966 lo vuelve a intentar con Provavelmente alegria y más tarde con El año de 1993. Ambas lograron el reconocimiento editorial.
Llegado el éxito literario, José Saramago sintió la necesidad de embarcarse en el periodismo. Empieza a trabajar en el “Diario de Noticias” y, más tarde, en el “Diario de Lisboa”, llegando a ser director adjunto y comentarista político. A partir de la Revolución de los Claveles, el 25 de abril de 1974, decide dedicarse exclusivamente a la escritura. Era una figura reconocida y respetada, y ansiaba dar al mundo más trabajos, más libros.
En la década de 1980, José Saramago es un autor mundialmente conocido. Logró la consagración literaria con Memorial del convento (1982). Más tarde, llegarían La balsa de piedra (1986), el polémico Evangelio según Jesucristo (1991) y sobre todo, Ensayo sobre la ceguera (1995).
Su escritura es más refinada, sus libros más comprometidos. En 1998 se le otorga el más elevado reconocimiento: el Premio Nobel de Literatura. En esa época, vivía ya entre dos tierras, Lisboa y Lanzarote. Allí falleció José Saramago el 18 de junio de 2010. Tenía 87 años y había empezado una nueva novela, de la que dejó un inicio de 30 páginas.
Os três males do homem moderno são a ausência de comunicação, a revolução tecnológica e uma vida centrada no triunfo pessoal.
José Saramago
El 5 de mayo es el Día Mundial de la Lengua Portuguesa. La decisión fue anunciada en 2019 por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, UNESCO. Los países que integran la Comunidade dos Países de Língua Portuguesa (CPLP) confían en que este apoyo aumente el interés por el idioma en áreas no lusófonas, y crezca el poder de influencia del portugués y los países de habla portuguesa en la escena internacional.
PUBLICACIÓN ORIGINAL de Valeria Sabater para lamenteesmaravillosa.com
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