Los municipios fronterizos de Miranda do Douro y Vimioso, pertenecientes al distrito de Braganza, en la región portuguesa de Trás-os-montes, guardan un tesoro milenario, el mirandés, lengua de la familia asturleonesa con unos 4.000 hablantes y que, si nada cambia, corre grave riesgo de desaparecer. Así se advierte en el libro “Persente i feturo de la lhéngua mirandesa: Studo de ls usos, atitudes i cumpeténcias lhenguísticas de la populaçon mirandesa”, un estudio sociolingüístico coordinado por Xosé-Henrique Costas, profesor de la Universidad de Vigo.
“A este ritmo, o las administraciones portuguesas reaccionan o el mirandés será una lengua muerta antes de 2040”.
Xosé-Henrique Costas, profesor de la Universidad de Vigo.
El trabajo recoge los resultados de un estudio que se inició en marzo de 2020, cuando un equipo formado por una decena de alumnos del Grado en Ciencias del Lenguaje y Estudios Literarios de la Universidad de Vigo, liderado por Costas, realizó 315 encuestas en Miranda do Douro sobre usos, actitudes, habilidades y conocimientos lingüísticos de la población mirandesa sobre su propia lengua y analizó las 25.000 respuestas. “La lengua mirandesa es un elemento identitario de primer orden para las gentes de Miranda, aunque hasta hace poco tiempo se la consideraba un signo de rusticidad y atraso social. Esta consideración secular todavía pesa mucho en la conciencia de no pocos mirandeses”, subraya Costa.
Lengua reconocida en Portugal desde 1999
Reconocido como lengua -pero no cooficial- en Portugal desde 1999, el mirandés tiene normativa propia, introducción como asignatura optativa en la escuela, señalización pública (calles, paneles informativos) y “una excelente producción literaria y musical, con muy buena poetas, traductores y grupos musicales para una población hablante tan pequeña”, señala Costa.
Portugal no firmó la Carta Europea de las Lenguas Regionales o Minoritarias del Consejo de Europa hasta 2021 (cuando España ya lo había hecho en 2002). En la actualidad, ese tratado internacional está pendiente de ratificación, lo que daría lugar a la redacción de una nueva Ley del Mirandés destinada a revitalizar esta minoría lingüística, “siempre y cuando se acompañe de un presupuesto para un choque plan dedicado a la recuperación social y al desarrollo del oficialismo del Mirandés”. Según Costas, el espejo en el que hay que mirarse el mirandés es el aranés, la lengua occitana de 4.000 hablantes cooficial en Cataluña y de uso preferente en su territorio, el Valle de Arán.
La percepción del mirandés
Según el libro “Persente i feturo de la lhéngua mirandesa”, aunque el 80% de la población dice entender bien o muy bien el mirandés y el 76% considera que puede hablarlo, lo cierto es que la lengua mirandés corre grave peligro de desaparecer porque entre la población en edad reproductiva edad (18-40 años) y menores (12-18 años) el uso de la lengua se redujo en casi un 50%.
“Ningún menor habla mirandés en la escuela, donde la lengua de socialización y de prestigio es el portugués y solo el 5% de los menores hablan mirandés, es decir, los chicos y solo en sus pueblos, con familiares y vecinos”.
Xosé-Henrique Costas, profesor de la Universidad de Vigo.
La publicación sostiene que la introducción facultativa del mirandés en la escuela consiguió establecer habilidades pasivas en los alumnos y aumentar actitudes positivas hacia la lengua, pero no favoreció los usos escolares ni extraescolares. El mirandés se estanca en la escuela donde es una asignatura optativa sin materiales ni formación del profesorado.
El libro pone sobre la mesa múltiples datos, entre ellos, que hay un 10-15% de vecinos de Miranda con actitudes muy negativas hacia el mirandés. El prototipo es el de una mujer, funcionaria, con estudios medios o superiores y procedente de otros lugares de Portugal. El mirandés se asocia a usos rituales en determinados fechas, así como usos folclóricos y culturales.
Por contra, las actitudes más positivas se encuentran entre los jóvenes, precisamente en el grupo de edad donde el consumo es menor. Los jóvenes ven el idioma no sólo como un factor de identidad sino también como un factor comercial, turístico y dinamizador económico.
Por último, el 80% de la población se identifica plenamente con la lengua y desearía su plena cooficialidad en todos los ámbitos (administración, justicia, empleo, industria, comercio, educación, sanidad, medios de comunicación, etc.).
CON INFORMACIÓN DE Universidad de Vigo
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