La revista Condé Nast Traveler acaba de publicar una lista de los viajes en cruceros fluviales más interesantes que se pueden realizar en la actualidad. Entre las ocho travesías más atractivas, aparece una por el Duero, entre Castilla y León y el Norte de Portugal.
El río Duero se suma, así, a otras propuestas fluviales que permiten recorrer cientos de millas náuticas por el mundo: Amazonas, Nilo, Rin, Mekong, Danubio, Yangtsé, y Missisipi.
Entre las provincias de Zamora y Salamanca se extienden los/las Arribes del Duero. ‘Arribes’ es un término utilizado para denominar la garganta fluvial del río Duero y la de sus afluentes Águeda, Esla, Huebra, Tormes y el río de las Uces. Esta geomorfología se caracteriza por una zona de depresión o de altitud más baja y otra de penillanura o de altitud más elevada, siendo los arribes el conjunto de ambas zonas, que se sitúan a orillas de estos ríos.
Allí destaca el embalse de la Almendra, que abre las puertas a la provincia salmantina, jugueteando con la frontera portuguesa y donde cabe la pena disfrutar de los miradores como el de Ledesma en dirección a La Fregeneda, o Aldeadávila de la Ribera, desde donde se realizan recorridos por barco.
El relieve de Arribes presenta bellos y escabrosos paisajes formados por los los cauces de varios ríos. En el cañón del río Uces se localiza una de las cascadas más espectaculares de toda la península ibérica: el Pozo de los Humos, donde el agua cae desde más de 50 metros. Desde la zamorana localidad de Fermoselle se puede llegar a Miranda de Douro, donde se puede navegar también por el tramo portugués, en el Douro Internacional.
Una experiencia única e irrepetible
El crucero fluvial por el Duero permite conocer un rico patrimonio cultural pero, sobre todo, natural. Arribes del Duero, y su “espejo” luso, el Douro Internacional, es un espacio natural protegido declarado parque natural, zona de especial protección para las aves, zona especial de conservación y reserva de la biosfera bajo la denominación de Meseta Ibérica.
En su tramo internacional, el río Duero se encajona formando los cañones más profundos y extensos (casi un centenar de kilómetros) de toda la península ibérica. Se trata de un espacio natural privilegiado en el que destacan la belleza agreste de su paisaje granítico y una rica y variada fauna y flora.
Los grandes desniveles de su orografía, el alto caudal del Duero y los numerosos ríos que en él desembocan convierten a esta zona en una de las de mayor potencial hidroeléctrico de la península ibérica. En 1927, los Gobiernos de España y Portugal firmaron un acuerdo para repartirse el aprovechamiento del Duero internacional en dos sectores, a raíz del cual se construyó la red de embalses de Saltos del Duero.
La profunda hendidura abierta por el encajonamiento del Duero y sus afluentes suaviza el régimen térmico hasta el punto de permitir el desarrollo de una inusual vegetación termófila y de cultivos típicamente mediterráneos en bancales, ya que la garganta del Duero se comporta como un condensador de calor.
Frontera natural
Las profundas incisiones de los ríos Duero y Águeda hacen de frontera natural entre España y Portugal en esta zona, dividiendo una zona de idénticas características entre ambos países. El Duero y sus afluentes son el elemento común y nexo de unión de todo un territorio que se extiende linealmente a lo largo de más de 120 km.
El Duero es internacional desde la presa de Castro hasta Barca de Alba. En este lugar se le une el río Águeda, que es internacional desde esta aldea hasta el lugar donde se le une el río Turones, cerca de La Bouza.
La parte española, declarada parque natural de Arribes del Duero, se extiende sobre una superficie de 106.105 ha., mientras que la parte portuguesa, declarada parque natural del Douro Internacional, se extiende sobre una superficie de 85.150 ha. Los dos parques suman una superficie de 191.255 ha., lo que convierte a esta zona en una de las áreas protegidas más grandes de Europa.
CON INFORMACIÓN DE La Razón Castilla y León.
IMAGEN: Agencia ICAL.
