En 2022, el Gobierno luso decidió atraer el tejido empresarial de otros países a su territorio, reforzando los incentivos para que las empresas crearan empleo y revalorizaran los salarios. El Impuesto de Sociedades sigue a la baja y los tramos de IRPF no se mueven para garantizar que los portugueses tengan dinero para gastarlo y “mover” la economía.
Con esta medida, Portugal dejará de ingresar unos mil millones de euros anuales hasta 2026 por este plan de alivio fiscal. La medida no pondrá el riesgo su economía y es una llamada de atención a las empresas y residentes en el país de que no tributarán más de 20 %.
Esta fiscalidad portuguesa, más ventajosa para las empresas en muchos puntos, alienta en los últimos tiempos la “fuga” de empresas desde cualquier provincia española, principalmente desde las que tienen frontera con Portugal.
No hay datos provincializados, pero sí nacionales, y son elocuentes. El número de empresas españolas que emigran a Portugal va al alza. Un anticipo son las sociedades con filiales en el país luso, muchas de las cuales acaban al final por mudar la empresa matriz al otro lado de la frontera.
En 2010, 434 empresas españolas tenían filiales en Portugal. Tenían 43.000 trabajadores y facturaban algo más de diez millones de euros. Se trataba, fundamentalmente, de empresas grandes. En 2020, últimos datos disponibles del Instituto Nacional de Estadística, la situación ha cambiado. Son 780 las empresas españoles con filiales en Portugal. Casi el doble, aunque la cifra total de empleados ha mermado hasta las 35.000 personas. Es decir, son empresas más pequeñas las que se han instalado en Portugal en los últimos años. La facturación prácticamente no ha variado en la última década.
Diferencias impositivas
Las diferencias impositivas entre España y Portugal son notables en lo que refiere a los tributos que tienen que pagar las empresas. El Impuesto de Sociedades español, que por lo general es del 25 por ciento, es cuatro puntos inferior al otro lado de la frontera.
Pero las bonificaciones son mayores en gravámenes no exclusivos de las sociedades empresariales. El Impuesto de Transmisiones Patrimoniales, que en España oscila entre el 5 y el 11,5 por ciento, en Portugal nunca supera el 6,5 por ciento. El impuesto que grava el patrimonio, que en España puede llegar al 3,5 por ciento, no existe en Portugal. Tampoco hay al otro lado de la frontera Impuesto de Sucesiones y Donaciones, que sí existe en España aunque esté bonificado en muchas comunidades, entre ellas Castilla y León, que tienen unas significativas bonificaciones.
CON INFORMACIÓN DE La Opinión/El Correo de Zamora
IMAGEN: Câmara de Comércio e Industria de Portugal (FOTO: empresaexterior.com)