El ‘shock’ producido por la pandemia de coronavirus ha sacudido varias tendencias de un mercado laboral como Estados Unidos. Entre ellas, lo que se ha llegado a llamar ‘la Gran Dimisión’, que casi dos años después los expertos prefieren llamarla, más agudamente, “gran repriorización”. El pasado septiembre, un récord de 4,4 millones de empleados estadounidenses dejaron sus trabajos, según el Departamento de Trabajo de EEUU. Entre las razones, la mayoría de los expertos apuntan a que muchos se han replanteado el equilibrio vida-trabajo y lo que les merece la pena por el salario que reciben. Muchos dejan el empleo en busca de uno mejor, otros apuestan por el teletrabajo, y otros, quizá los menos pero como un fenómeno en aumento, cogen las maletas y se van, convirtiéndose en ‘nómadas digitales’.
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Y Portugal, país muy necesitado de trabajadores inmigrantes tanto para intentar atraer talento ‘altamente cualificado’ extranjero a su mercado laboral (todavía lastrado por el bajo valor añadido de su economía y bajos salarios) como para limitar el drama de su crisis demográfica, se quiere vender al mundo como la nueva meca de atracción de trabajadores extranjeros. El mensaje es claro: Portugal es un país fácil para emigrar y residir y que viene con todo el ‘pack’; variedad de opciones de visados, exenciones fiscales, una calidad de vida envidiable (sol, playa, buena comida a precios más que asequibles) y las ventajas del Schengen europeo. Alfombra roja fiscal y un café a 0,60 euros.
Portugal ha sido pionero en muchos programas para atraer inmigrantes: visados y exenciones fiscales para jubilados, regímenes de visados temporales para atraer empresarios y autónomos o incluso específicos para ‘startups’, concesión de la nacionalidad a trabajadores agrícolas de terceros países, las ‘golden visa’ para inversores, y un régimen fiscal específico (RNH) para trabajadores “altamente cualificados”. El RNH es de los más buscados, con casi 90.000 beneficiarios de 2009 a 2019, según la Autoridad Tributaria (AT).
Ahora, Portugal ha visto un filón que puede intentar aprovechar en ese tipo de ‘startups’ o trabajadores remotos. La aprobación hace apenas unas semanas de una ley del teletrabajo, que impide —bajo pena de multa— que el empleador contacte al empleado fuera de horas de trabajo y que obliga a una compensación económica por los gastos fue solo el último ejemplo de lo que es una política ya declarada del Gobierno de Costa. “Consideramos que Portugal es uno de los mejores lugares del mundo para que los nómadas digitales y los trabajadores remotos elijan vivir, queremos atraerlos a Portugal”, afirmó la ministra de Trabajo, Solidaridad y Seguridad Social del país, Ana Mendes Godinho.
En su Libro Verde sobre el Futuro del Trabajo el Gobierno anterior del socialista António Costa señaló como una de las líneas de reflexión de las políticas públicas para los próximos años el posicionamiento de Portugal como un “país de excelencia para atraer nómadas digitales”, a través del refuerzo de las estrategias de promoción del país. Ya en los últimos presupuestos generales portugueses, el gobierno de incluyó financiación para un programa para “atraer y apoyar el establecimiento de trabajadores extranjeros en Portugal”. En aquel entonces, esos presupuestos naufragaron por el órdago de sus aliados de izquierda y forzando la convocatoria de unas nuevas elecciones en las que arrasó el Partido Socialista, por lo que es de esperar que, en los nuevos presupuestos, se reforzará esta iniciativa.
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ARTÍCULO ORIGINAL por Alicia Alamillos aparecido en El Confidencial
IMAGEN: expatica.com/pt